Caitlin Moran mira desde la tapa de Cómo ser mujer directamente
a la cámara. Tiene un mechón blanco que acompaña al pelo que le cae hacia su
izquierda, un saco negro y, debajo, una remera roja con círculos blancos. Mira
con sus ojos azules enormes y delineados, su boca ancha, sus lejas levantadas,
desafiante, como dejando en claro que sí, que dentro de ese libro contó muchas
de las cosas que le pasaron -que tuvo que pasar- y como casi todas ellas la
hicieron la mujer que hoy es: columnista estrella de The Times, miembro del
fenómeno periodístico Tits and Wits (Tetas y Cerebro), premio 2010 a mejor
columnista, y premio 2011 (todos premios otorgados a la prensa británica) a
mejor crítica y mejor entrevistadora, madre, esposa, irónica y maravillosa.
Mira a la cámara siendo perfectamente consciente de su ironía, su descontrol,
su inteligencia, su condición de mujer: ¿Y? Estoy esperando que digas algo de mí.Soy Caitlin Moran.
Nació
en 1975 en Wolverhampton, eran en total 8 hermanos y eran (viviendo casi
exclusivamente del subsidio por discapacidad del padre) pobres, muy pobres. Lo
más parecido a una torta de cumpleaños que recibió fue una bagette partida al
medio con queso Philadelphia, se vestía con la ropa de la madre (lo que se hizo
aún más insoportable cuando llegó a la adolescencia y no sólo el resto del
mundo tenía que verla vestida de otra época sino que además también llevaba
ropa interior destruida y usada),
jugaban con la hermana a las muñecas y fingían que asaltaban los yates
de la clase alta y se peleaban por el único hombre en la ficción: un Action Man
cojo y abandonado.
De
adolescente no la pasó bien: la perseguían en los parques y le tiraban piedras,
ella no era conscientemente gorda y creía que podía ocultarlo con ropa
abultada y con un hablar acelerado y lleno de hipervínculos culturales, televisivos y ultra pops, hasta que el primer amor de su vida le preguntó si tenía un apodo en
el colegio, ella respondió que sí, y el agregó:
_¿Te
llamaban gordi?_
No, no
la llamaban gordi pero, eso, a esa altura, tampoco importaba demasiado. La madre
no creía en la medicina (lo que resultó de pésima ayuda en la época de la
menstruación) <<El desodorante da
cáncer. Y tú no quieres eso>> son algunos de los consejos que le da;
la única compañía de Caitlin es su perra pero “la perra se lame la entrepierna” cuando Caitlin le habla y eso la “entristece un poco”; habla con su
hermana Caz y al principió se llevan pésimo pero después se vuelve una gran e
importante influencia, tanto así que está presente en casi todos los capítulos
del libro.
Cómo
ser Mujer narra la historia de Caitlin Moran acompañada de sus sarcásticas
reflexiones, siempre dejando al descubierto lo difícil que es ser mujer, lo que
a ella le costó, pero sin caer en el feminismo pesado ni en las largas
declamaciones filosóficas (de hecho hasta se la ha tildado de superficial [“Sí, soy una exitosa mujer de clase obrera.
Tengo un collar de oro donde puedes leer: SOCIALISTA”] y de machista), y diciendo lo que ella piensa, sabe, y se sube a un banquito (el banco de la prensa mundial) para gritarlo: que es feminista (que todas las mujeres
deberían serlo), pero que su feminismo está alejado de las viejas discusiones y
mujeres con bigote y mal vestidas y se acerca más a lo siguiente: sí, son
mujeres y tienen problemas, incluso más que los hombres, pero la mejor manera
de solucionarlos es exponerlos frente a toda la sociedad y reírse de ellos. Lo
que Moran demuestra es que es mucho más eficaz una ironía o un comentario ácido
bien construido que una charla interminable entre cuatro feministas que se
ahogan en un cuarto con el humo del cigarrillo y se parecen al Partido Obrero.
Y Moran
del P.O no tiene nada. Vivió de pub en pub, viaja en jet con Lady Gaga (se
hicieron amigas y Moran le dedica casi el capítulo completo titulado Modelos a
seguir y lo que hacemos con ellos) se colapso en una entrevista exclusiva a
Radiohead pasada de marihuana y protagonizó el escándalo de ser acusada de
racista: a Lena Dunham la tildaron de discriminadora por no incluir personajes negros en
su serie (Girls) y Moran usó una de sus columnas para defenderla. “La gente había sido amable conmigo durante
20 años y, de golpe, fui una perra racista. Me resistía a caer en el tópico
aquel de <<pero yo tengo amigas negras>>, hasta que una amiga negra
me dijo: <<Ok, esto es lo que vamos a hacer. Me voy a echar en el suelo,
apoyarás tu pie sobre mi cuello, sacaremos una foto y la twittearemos, perra
racista. Pondremos: así es como Caitlin Moran trata a las negras
feministas>>. Ahí, se acabó mi inquietud”
El
relato está plagado de referencias pop (la sobre carga de referencias es una
marca de estilo del fenómeno tits and wits), tanto así que hasta la traductora
parece agotarse: página 78, segunda nota de la traductora al pie (N. de la T) “veáse la nota 1 de la página 34” escribe
en un recurso que vuelve a usar en las páginas siguiente cuando las referencias
se repiten.
Un
dato importante es que a pesar de la carga de feminismo propia de la autora, la
novela no sólo fue un éxito en términos de mercado, sino que además tuvo un
índice de ventas online descomunal, la razón: los hombres compraban el libro en
versión digital para ahorrarse la vergüenza de pasearse con un libro titulado
Cómo ser Mujer.
Moran
es una Lena Dunhamn sin la carga de insoportable melancolía e histeria, Moran es Amy Winehouse sin la música y la sobredosis, Moran
es Malena Pichot si la Malena Pichot a) fuera algo más que una concheta resentida
abandonada por su novio, b) hubiese trabajado en Melody Maker y conocido ahí a
su marido, y c) hubiese leído más (muchos más) que dos libros.