Leonardo di ser Piero da Vinci está pintando al aire libre a una chica llamada Vanessa
con pelo ondulado y rojo que sonríe mientras posa vestida de blanco con cintas
del mismo color atadas al pelo y le dice, convencida como pocas sobre lo que
está exponiendo, que todos los hombres extrañan siempre a sus madres y que eso
es lo que buscan entre las piernas de las mujeres. Ok, vamos de nuevo.
Leonardo di ser Piero da Vinci, el hijo bastardo del notario de Lorenzo de Medici (Lorenzo
el Magnífico: gobernante de la Florencia Renacentista, mecenas de artes,
diplomático, banquero, poeta, todas-las-atribuciones-que-se-les-ocurran o, en
otras palabras, el más inteligente de sus cinco hermanos[i]),
está pintando al aire libre a una ex monja reconvertida en prostituta que hace
toples (recuerden que estamos en Florencia en el siglo XIV y esto no parece muy
probable) y vestido con una campera de cuero entallada, una remera escote en v
que termina de cerrarse más o menos a la altura del estómago y que muestra todo
el pecho del pintor trabajado y depilado, quien además tiene una barba de cinco
días increíblemente prolija y el pelo peinado con aerosol en un look casual y
antiheróico[ii] y,
sí, seguimos en Florencia en el siglo XIV, mientras escucha a su musa que le
dice que todos los hombres buscan en sus amantes a sus madres (Vanessa, ella,
freudianas-antes-de-Freud como pocas le explica el síndrome de Edipo).
Y esto
pasa porque en los primeros dos minutos de la serie David S. Goyer (su
showrunner, un ser humano fantástico que te puede escribir o bien la inmunda
Ghost Ridero bien la última trilogía de Batman) deja en claro que la historia
le importa poco y que lo único que puede esperarse de Da Vinci’s Demons es eso:
una extravagancia incoherente y espectacular, tan desmedida como maravillosa.
Porque este Leonardo es ingeniero militar y buen amante, puede pelearse con la guardia
entera de Florencia y ganar sin que se le corra un mechón de pelo y es
autodestructivo, va a entrar sin que nadie lo note en una pileta inmensa en la
cual el mismísimo Papa acostumbra bañarse con adolescente varones a los que
somete a pequeños cuchillos como juguetes sexuales mientras les habla de las
ventajas y desventajas del sistema de pecados, y va a enamorar a la amante de
su jefe, de su señor, de Lorenzo el Magnífico, no sin antes dejar escapar una
de sus opiniones poco populares, sobreactuadas y arrogantes, irónicas e
imprudentes. “Es incapaz de guardarse sus opiniones para sí mismo” le advierten
al señor de Florencia cuando este está a punto de contratarlo como ingeniero
militar.
Da Vinci’s
Demons se inscribe dentro de la estética del steampunk (estamos en Florencia en
el siglo XIV y las tecnologías y los vestuarios son anacronismos o invenciones
futuristas imaginadas por los visionarios de época, en este caso, Leonardo da
Vinci) y los diálogos tan sobreactuados como los actores: los malos son muy
malos y hablan con voz grave y medio susurrando (algo parecido a las voces de
los actores cuando hacen de Batman, conocida popularmente como La Voz de
Batman) y van a matarnos a todos; y los buenos aunque pecadores y fiesteros[iii]
son lindos e impolutos, líderes maravillosos que pueden guiar a su
pueblo-convertido-en-turba-iracunda a una paz social nunca vista e inimaginable,
capaces de resolver todos los acertijos que llevan años encubiertos por el
poder del Vaticano en más o menos 3 o 4 capítulos de 50 minutos aproximadamente
y, claro, van a salvarnos a todos.
La
trama en sentido general es simple: Florencia es próspera y libre, es el centro
cultural de Europa y promulga el libre pensamiento y el arte sin restricciones (dos
cosas que al Papa lo enferman como pocas). El conocimiento es propiedad pura y
exclusiva de la Iglesia, las libertades están restringidas a lo que el Sumo
Pontífice quiera y todo el que desobedezca está por fuera de la gracia de Dios
y por suerte tienen un ejército para demostrarlo. He ahí el eje de la cuestión:
el Vaticano tiene a su guardia suiza, Florencia no tiene ejército y su alianza
con Milán acaba de ser destruida cuando los-representantes-de-Dios-sobre-la-tierra
le cortaron la garganta al Signore Sforza (gobernador de Milán) quien sí tenía
unos hombres armados que le sobraban. Pero, llegados a este punto: ¿a qué no saben
quién va a construir armas para los Medicis?
Oh,
sí, Leonardo di ser Piero Da Vinci, pero
no sin antes pasar sobre Girolamo Riario (Conde y Capitán General de la Iglesia
Católica y, esto es lo más importante: sobrino del Papa Sixto IV [que tenía
cierta afición a nombrar a todos sus familiares en cargos relacionados a la Iglesia
-se cuentan más o menos unos 25, entre ellos ocho cardenales y el Conde Riario[v]-])
quien además de ser su feroz archienemigo viste diseños inspirados en Armani,
habla con la voz de Batman y quiere encontrar el Libro de las Hojas[iv]
al igual que Da Vinci.
<<La
historia es una mentira que ha sido afilada como arma por gente que ha aplastado
la verdad>>, la frase grandilocuente y en tono de denuncia y
clarividencia es pronunciada en público por David S. Goyer, quien de esa manera
se defiende de los múltiples errores históricos de la serie (la persona de Da
Vinci es tomada como excusa para contar una historia clásica, no más que eso,
donde se convierte al genio en superhéroe arrogante y megalómano al estilo Iron
Man pero sin fortuna) y por El Turco, un personaje central de la serie que
oficia a modo de oráculo para Leonardo, mostrándole que en realidad su misión
es encontrar el Libro de las Hojas y hablando, como todo oráculo, en clave al principio
confusa, en metáforas que después resultan evidentes. Porque Da Vinci’s Demons
es un gran show con un antihéroe en tono moderno: desinteresado por la idea
cristiana de moral, arrogante con fundamento (en el primer episodio construye
una máquina para volar –sería más exacto decir planear- y una paloma mecánica
que puede volar por sí misma y de esa manera inaugurar el carnaval de
Florencia; pelea y humilla al capitán de la Guardia de la Ciudad; se acuesta
con la amante de Lorenzo; y logra que este último le page 50 florines por ser
su ingeniero militar) en clave Sherlock Holmes, Iron Man y posiblemente Doctor
House; es oscuro a la Bruce Wayne y un buen amante sin restricción en los
gustos (es sometido a juicio por sodomía). Porque Da Vinci’s Demons funciona
como un oráculo maldito, en el que la ambición de huída de la realidad, de la
historia en forma de metáfora se acaba en el siguiente capítulo, porque la
huída no es tanta como las ansias de espectáculo, tanto así, que cuando El
Turco le dice que << la muerte de un hombre abre las puertas de la vida
de otro>> lo más probable es que sea de interpretación literal: en el
estómago de un judío que acaba de morir colgado se encuentra una de las dos
llaves que abre la Bóveda de los Cielos[vi].
Por
ahora se cuentan dos temporadas y ya fue confirmada una tercera, mientras la
crítica especializada se desespera por destruirla, pero ahí está Leonardo,
sexy, inteligente, confiado y antihéroe, creador de la grieta en un sistema
regido por los bienpensantes y amos del saber, convirtiendo un cuento de hadas,
venganza, pasión, sexo, y edad media (condimentos repetidos hasta el cansancio desde
The Borgias hasta el exitosísimo Game Of Thrones) en un espectáculo desmesurado
y al borde de lo bizarro por lo sobreactuado que trata al mismo tiempo de ser
oscuro y nervioso y adulto e incontrolable. Y a veces, solo a veces, está cerca
de lograrlo.
Pero
quien mejor describe a la serie y a su personaje principal son sus mismos
escritores, cuando ponen en boca del padre de Da Vinci lo que todos pensamos:
que (su hijo -y también la serie-) se dirime entre un tono frívolo y estúpidos
intentos de autopromoción.
Las dos cosas que, precisamente, lo hacen atractivo.
****nota escrita para Blisstopic*****
[i] Como
autor de la nota me gustaría aclarar que la estimación positiva de la
inteligencia del Signore de Médici corresponde a Wikipedia y no a mí. Para más
información sigan el link: http://es.wikipedia.org/wiki/Lorenzo_de_Médici
[ii] Annie
Simmons es la encargada del vestuario de Da Vinci’s Demons, y contó que los
diseños elegidos para cada personaje son: Ossie Clark para Vanessa; Versace
para Giulano de Medici (hermano de Lorenzo);
Armani para en Conde Riario y, por último, el vestuario de Leonardo fue
inspirado en Bono, Spting, y Bruce Springsteen.
[iii]
Otra vez hago una nota al pie porque me gustaría aclara que lo de “pecadores y
fiesteros” es lo que el Vaticano piensa los gobernanates de Florencia, y no así
lo que pienso yo, que me encantaría hacer más o menos lo menos lo mismo que
ellos.
[iv]
El Libro de las Hojas es un libro que se sospecha contiene todos los misterios
y conocimientos del universo, hasta ahora ocultos la mayoría de ellos en El
Archivo Secreto Del Vaticano.
[v] ¿Habrá que agradecerle a Tim Burton los parecidos?
[vi] La Bóveda de los Cielos es el lugar a donde se supone se encuentra oculto El Libro de las Hojas y la cuál se abre con dos llaves. (La dualidad de cerraduras corresponde al original)
[v] ¿Habrá que agradecerle a Tim Burton los parecidos?
[vi] La Bóveda de los Cielos es el lugar a donde se supone se encuentra oculto El Libro de las Hojas y la cuál se abre con dos llaves. (La dualidad de cerraduras corresponde al original)