Una
prostituta drogadicta llamada Sarah –se llamaba así porque su padre era un gran
creyente y estudioso de la bilbia y le puso ese nombre en conmemoración a la
hermana y esposa de Abraham y madre de Isaac que se iba a llamar Sarai pero
Dios decidió sacarle la i del nombre (!)– tuvo un hijo a los 14 años en 1980 y
le puso de nombre –otra vez el antiguo testamento– Jeremiah.
Pero
nadie conoce a Jeremiah así, sino que todos le dicen JT Leroy: J por Jeremiah,
T por Terminator.
Su
vida estuvo muy alejada de los 10 mandamientos: Sarah se prostituía y hacía que
su hijo también lo hiciera y su lugar preferido eran las paradas de camioneros;
y JT Leroy era obligado a vestir de mujer y presentarse ante el público como la
hermana de sí mismo, hasta que un día JT se cansó y huyó a San Francisco donde
fue adoptado por la adorable pareja de Laura Albert y su esposo.
Decidieron
que unas sesiones psiquiátricas le vendrían bien y lo mandaron a la Institución
Psiquiátrica del Dr. Owens, alguien que le dijo que debería escribir sus
pesares y aventuras en una forma catártica y reflexiva de terapia. El pequeño
Leroy obedeció y al mismo tiempo comenzó a mandar lo escrito vía fax y a llamar
por teléfono a los escritores Dennis Cooper y Mary Gaitskill, quienes no
tardaron en conseguirle su primer contrato: en 1999 y con 21 años de edad JT
Leroy publicó Sarah, una autobiografía donde contaba todo lo que había vivido
junto a su madre ahora muerta.
Sarah
es un éxito editorial sin precedentes, impulsado por aquella teoría de que los
libros cuando son autobiografía y presumen de tener como componentes toda la
verdad y nada más que la verdad son más
atractivos para el público en general que algo que ya sabemos que de entrada es
una mentira como cualquier libro de ficción (y más si le sumamos al autor vivo
y excéntrico y extraño para poder promocionarlo y presentarse a sí mismo como
sobreviviente de un infierno de explotación infantil y prostitución bisexual).
Gus
Van Sant le pide opinión sobre el guión de Elephant y JT aparece en los
créditos de la película; el fotógrafo estrella Mick Rock lo retrata en Londres;
Garbage le escribe una canción basada en su historia llamada Cherry Lips (1); y Tom
Waits lo entrevista para Vanity Fair y se presta para la presentación de su
tercer novela (hiper-promocionada a esta altura por todo el mainstream
literario que consume la historia de Leroy como quien se relame repleto de
morbo ante un adicto de heroína y explota su vida para conseguir dinero).
“Los
cuentos de JT son como puntas, heridas de salida, despachos, disposiciones. Él
es la brillante, dotada, y profunda mosca en la pared. Necesitarán pañuelos y
novocaína para atravesar sus textos” dice Tom Waits en la presentación de la
novela El Final de Harold ante el público expectante (todos los Estados
Unidos).
Dennis
Cooper entusiasmado con su descubrimiento lo convierte en personaje de su
novela Period y Wynona Rider (que al parecer pasaba justo por ahí) comienza a
decir públicamente que ella lo conocía (a JT Leroy) antes de que fuera famoso.
Así,
la nueva promesa y éxito inmediato de la literatura norteamericana aparece en millones de entrevistas:
“Cuando
conseguí mi primer contrato editorial y antes de su publicación, sólo tenía
como lectores a Dennis Cooper y a mi psiquiatra. Nunca dije que quisiera ser
escritor. Yo sólo quería ser prostituta. (JT Leroy, que se prostituyo desde
casi siempre y fue vestido de nena y presentado como la hermana de sí mismo no
tiene -¿está de más decirlo?- muy clara su sexualidad). ¡Pero he acabado siendo
mejor escritor que prostituta!” responde JT Leroy a la entrevista vestido de
esa manera que lo caracteriza: no se sabe si es hombre o mujer, tiene una
peluca rubia y enormes lentes de sol, es tímido y no habla mucho y es, según
dicen, no sólo un escritor excelente sino además un artista performático a lo
Andy Warhol.
“Sarah
dice mucho más de mí de lo que cualquier entrevista podría hacerlo nunca.
Publicarla me ha sobreexpuesto definitivamente. Supongo que eso explica que
proteja mi identidad. La gente tiene demasiado de mí. Creo que si un escritor
es honesto, se expone más de lo que un trabajador del sexo permitiría jamás”
contesta Leroy en forma de respuesta universal a por qué en público es tan
sospechosamente callado y enigmático. En todas las conferencias y entrevistas y
presentaciones, JT está acompañado por Speedie, un personaje extraño del que no
se sabe absolutamente nada.
Hasta este punto.
Hasta
que un día la mentira llega a su fin. JT Leroy es un invento, una gran burla al
sistema. JT Leroy no existe y su autobiografía es mera ficción.
Laura
Albert (la hasta ahora madre adoptiva) es el cerebro detrás de esta estafa:
tiene 40 años, fue punk, trabajo en una compañía que ofrecía sexo telefónico,
nunca vivió en San Francisco y nunca fue una prostituta y es quien está detrás
del disfraz de Speedie, que acompaña a JT Leroy en todas sus presentaciones a
fin de apuntarle nuevos elementos a su historia personal o cualquier otro dato
que la mujer que lo interpreta y le da cuerpo al autor ficticio se olvide.
¿Quién es esa mujer?
Esa
mujer es Savannah Knoop -la hermanastra del esposo de Laura Albert, Geoffrey
Knoop quien le confirma la estafa a The New York Times- que antes de cada
presentación debe encintarse todo el cuerpo a fin de que no se le note ningún
elemento físico de mujer, y viste la peluca rubia y lentes de sol. Savannah
Knoop lleva mucho tiempo practicando y fingiendo un acento west virginia.
Es el
año 2005 y Laura Albert pierde todo su prestigio y credibilidad, debe pagar la
suma de 116.500 dólares a Antidote International Films (quienes habían comprado
los derechos de las novelas para llevarlas al cine) y debe hace frente a una
demanda judicial por daños y perjuicios.
Al
final nada vuelve a saberse de Laura Albert ni de su esposo, al final lo único
que se obtiene de esto es un libro que jamás logró grandes ventas (decepcionado
todo el público como estaba y contando con el odio de toda la industria
literaria que había sido engañada) escrito por Savannah Knoop titulado Girl Boy
Girl: cómo me converti en JT Leroy.
La
pobre Savannah llegó tarde al engaño y sacó muy poco, pero aún le quedan las
fotos con todos los famosos de Hollywood que conoció y engañó: Garbage, Dennis
Coooper, Wynona Rider, Kurtnie Love, Gus
Van Sant, y la lista sigue pero no nos olvidemos de mencionar a una de las
primeras víctimas, el decepcionado –luego de que todo se supiera se metió en su
casa y guardo silencio- Tom Waits. Pobre Tom.
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