A Bajo
La Misma Estrella se lo come un personaje que no es la principal (la chica de
16 años con cáncer y deprimida que encuentra al amor de su vida en un grupo de
ayuda), el libro es casi por completo de Augustus Waters, el amor de la vida de
Hazel.
Y es
de él por algo extraño: Gus Waters es poco creíble. Fue jugador de baloncesto y
eso lo convirtió en el chico popular de la escuela, es inteligente de forma
adolescente y evidente en su sarcasmo, es fachero como pocos y absolutamente consciente de su belleza y tiene ojos azules y
músculos marcados. Eso sí: esta enfermo de cáncer y le falta una pierna. Pero
eso no le quita tiempo para enamorarse ni para enamorar a Hazel Grace -él
siempre la llama por sus dos nombres-, ni le impide ser feliz de una manera desenfada
y que mezcla la madurez de estar enfermo y saber que es posible e inminente
morir, y la inmadurez de haber estado en este mundo poco tiempo. Ah, sí, ¡hasta
sabe cuando alguien inventa un participio de un adjetivo! “¿Eres consciente de lo difícil que es conocer a una chica que se
inventa un participio del adjetivo <<pedófilo>>?. Estas tan ocupada
siendo tú que no tienes ni idea de lo absolutamente original que eres” le
dice Augustus Waters a Hazel, cuando ella hace referencia a las hamacas del
patio de su casa refiriéndose a ellas como “columpios
apedofilados”.
Pero
la narradora en primera persona es Hazel, alguien que sale al mundo poco y obligada por su madre (que le ruega que se
consiga una vida normal) llevando una bomba de oxígeno que le ayude a sus
pulmones a respirar porque la mayor parte del tiempo están llenos de agua producto
de una metástasis de su cáncer de tiroides, y es alguien a quien no le interesa ni
está dispuesta conocer a nadie (se sorprende a sí misma en innumerables
oportunidades como un desastre en cuanto a ropa y peinado) y menos aún en un
grupo de autoayuda donde el elenco es cambiante (“¿Por qué el elenco era cambiante?”, se pregunta Hazel. “Un efecto colateral de estar muriéndose”
) y donde según sus matemáticas el resto es un coro de bastardos al que hay que
sobrevivir (“Cuando te dicen que tenés
veinte por ciento de posibilidades de vivir cinco años más, entran en juego las
matemáticas y calculás que es una posibilidad de cada cinco. Así que mirás
alrededor y pensás lo que pensaría cualquier persona sana: tengo que durar más
que cuatro de estos cabrones.”)
A
pesar de su humor negro y de sus salidas románticas e irónicas, Hazel y Gus son
dos adolescentes normales: ella mira reallitys grabados y él se dedica a los videojuegos.
Y sin embargo la novela ha sido un éxito en los Estados Unidos en todo tipo de
públicos y ha reafirmado al autor en su fama de escritor para novelas teen que
también son leídas por adultos.
Una
fama que empezó con Looking for Alaska en 2005 y que culminó con la entrada a
la lista de libros de 2011 elaborado por la Revista Times. Pero la carrera de
John Green empezó mucho antes, cuando trabaja de capellán dando asesoramiento
con, según el mismo, “cierta inclinación
religiosa” a niños que estaban muriendo o a sus familias.
“Me inscribí en la escuela de
teología y pensé que iba a ser un ministro pero descarté esa idea con rapidez,
mientras trabajaba en el hospital”,
relata Green sobre un trabajo que le duró 5 meses hasta que sintió en estaba
una encrucijada entre su trabajo y su verdadera vocación: “me encontré muy insatisfecho con las respuestas que se ofrecen aún hoy
tradicionalmente a las preguntas de por qué algunas personas mueren o sufren
mucho, y por qué otras lo hacen tan poco. Todavía voy a la iglesia, a veces,
pero no me sentía cómodo llevando los servicios”.
No es
casualidad que su vida se mezcle en su relato, tanto es así que John Green
dedica el libro a Esther Eearl, una amiga que murió de cáncer en 2010 y
confiesa haber intentado escribirla durante 10 años, hasta que encontró la
forma y la voz que estaba buscando para su protagonista femenina.
Otro dato
significante: confeso admirador de David Foster Wallace, el autor esconde una
serie de referencias a La Broma Infinita en un libro de titulo ficticio que
Hazel le presta a Gus y que cobra protagonismo llamado Un dolor Imperial, que
relata a su vez una historia sobre el cáncer. De manera que el libro son tres
historias superpuestas llenas de meta-referencias: Green trabaja como
coordinador de un grupo de ayuda de enfermos de cáncer, conoce una amiga que
muere de cáncer a quien le dedica el libro que narra la historia de dos
enamorados bomba atómica (Hazel y Gus están a punto de explotar y sus esquirlas
van a dañarnos a todos) que a su vez hablan sobre un libro que cuenta la muerte
provocada por la misma enfermedad. Y Bajo La Misma Estrella -hiper-consciente
de eso- inicia con una cita del ficticio Un Dolor Imperial y con una nota del
autor que advierte: “ni los lectores ni
la novela ganan nada intentado descubrir si la historia encierra en sí algún
hecho real. Agradezco vuestra colaboración a este respecto”, más adelante
nos damos cuenta: Hazel y Augustus Waters corren atrás del autor de Un Dolor
Imperial para averiguar cómo acaban los personajes.
Y John
Green nos pide que no hagamos lo mismo con él para saber de los suyos, después
de todo, los personajes son fantasmas que habitan las historias que contamos y
nos cuentan para no aceptar lo que sabemos: que cualquier pibe normal comparado
con Augustus Waters apesta a mediocridad.
***
*Obra:
Bajo La Misma Estrella
*Autor:
John Green
*Editorial:
Nube de Tinta (sello creado por Random House para no tener que clasificar la
novela para un público en particular)