sábado, 28 de junio de 2014

Allá, en algún lugar, todo es mejor

En “Aquí todo es mejor” Justin Taylor hace lo que toda la-nueva-generación-de-escritores (norteamericanos ellos cerca de los treinta –para abajo o para arriba-) sabe hacer con cierto encanto y descontento: congelar el tiempo en una instantánea imperfecta que siempre deja ganas de más.



 Momentos sellados al vacío y al borde de ser instagrameados que cuentan la indecisión de la adolescencia, los traumas familiares y la incapacidad de pensar un futuro en estas condiciones sociales, donde a todos nos enseñaron cómo sobrevivir en la teoría (siendo buenos y votando y yendo a la universidad a cursar carreras de mierda que terminan sirviendo para poco y a acostarse nena con nene y nene con nena) pero nunca nos dijeron que la práctica era otra cosa.

 Así, los personajes de Taylor se pavonean en un universo cool por momentos y hablan y saben de música mientras no pueden sobrevivir a la relación de turno o decidir entre dos opciones del deseo (¿realmente tienen que hacerlo?); o vuelven a casa porque la universidad fracasó y porque los hermanos menores tienen problemas; o son el diablo quejándose de que “si en su época el sindicato de ángeles hubiera sido tan poderoso, tal vez no habría dejado el gremio”; o se sienten parte de un vacío que ya nadie puede explicar, porque el existencialismo es el pasado y porque sólo nos queda rogar que las teorías conspirativas no sean ciertas, que los malos no sean tan malos y que los errores del sistema sean sólo errores, y no acciones premeditadas por las grandes corporaciones para aumentar sus beneficios aún acosta de dejarnos sin sentidos y sin historias de amor. 

Lo único que queda, al final, es la esperanza de creer en Justin -Taylor, nunca Bieber- y convencerse de que en algún lugar (¿aquí?) todo es mejor

***

*Libro: Aquí todo es mejor

*Autor: Justin Taylor

*Editorial: Alpha Decay

miércoles, 11 de junio de 2014

Un montón de datos sobre Thomas Pynchon que encontré y los convertí en nota

No es difícil de imaginar.

Es el año 1974 y estamos en la entrega de los National Book Awards en el Alice Tully Hall (Lincoln Center, Nueva York) y todos esperamos que aparezca Thomas Ruggles Pynchon Jr, porque sabemos que va a ganar gracias a El Arco Iris de la Gravedad (publicada en Estados Unidos en 1973). Se rumorea que va a llegar en cualquier momento, se dice que el hombre que menos ha aparecido en los medios y en los círculos literarios (escritores-que-trabajan-de-escritores más de lo que escriben y más de lo que leen y van a presentaciones de otros libros, aparecen en entrevistas para la televisión, escriben largos ensayos sobre la cultura pop y contestan desesperados ante el llamado de cualquiera) de los últimos años por fin va a hacer su entrada triunfal y, ahí lo tienen: el ganador del National Book Award 1974 es (pausa dramática) ¡Thomas Pynchon!



En realidad todo es una exageración. Se sabe de ante mano quienes van a ser los ganadores y se anuncia que el premio también es para Isaac Bashevis Singer en una extraña decisión de a)premiar a dos escritores y b) premiar a El Arco Iris de la Gravedad del cual los señores Pulitzer habían dicho que era “ilegible, sobreescrita y obscena” . Ahí está lo que nos trajo hasta acá, se acerca a recibir el premio pero, ¿ese hombre desaliñado con un traje viejo y desgastado y todo despeinado al borde ser un linyera es Thomas Pynchon? No, el hombre que camina hacia uno de los premios más prestigiosos de la literatura es un comediante conocido como El Profesor Irwin Corey.

_¿Quién diablos escribió esto?_ dice Corey más o menos en la mitad de un discurso largo y lisérgico_ Y el jurado ha decidido dividirlo entre dos escritores: “A Thomas Pynchon por su Arco Irirs de la Gravedad”_ se burla_ Ahora, El Arco Iris de la Gravedad es una muestra del genio de este hombre…él mismo me lo dijo… que podía, en otras palabras, ser más específico, pero en lugar de aludir a lo mundano él ha decidió que la brevedad es lo importante en nuestras  existencias superficiales. Maldita sea. _continua el profesor mientras un hombre desnudo atraviesa el escenario (todo parte de la puesta en escena, “el público –según el columnista Jim Knipfel- ni que decir, se quedó estupefacto todo el espectáculo”)_ Señoras y Señores. Llegará un momento en que la religión sobrevivirá a su utilidad. Marx, Groucho Marx, decía que la religión es el opio de los pueblos. Yo digo que cuando la religión deje de ser útil, entonces el opio…será  el opio…Ah, eso no es una mala idea_

Antes y -con mucho más interés y voracidad- después de este particular evento, la prensa especializada ha tratado de responder durante años una misma y única pregunta: ¿Quién demonios es Thomas Pynchon? (del original Who the hell is he?, Sunday Times, Sudáfrica, 7 de Junio de 1998)

Sabemos lo básico: que nació en Long Island, Nueva York, el 8 de Mayo de 1937, que fue a la Oyster Bay High School y fue nombrado estudiante del año y que sale en una foto del anuario (cara –de-nerd-analicemos-la-posibilidad-de-que-sea-realmente-feo) cuyo epígrafe dice: “Amante de las pizzas; detesta los hipócritas; su posesión más preciada es una máquina de escribir; quiere ser físico; orgulloso miembro del Club de Matemáticas y del Círculo Español. Característica definitoria: su inmenso vocabulario”. Y es ahí cuando se vuelve poco más que un fantasma.

Ingresa en la Universidad de Cornwell con una beca para ser físico pero termina abandonando para unirse a la Marina de los Estados Unidos de Norteamérica en plena crisis de Suez y ahora, otra vez, de esa época también quedan fotos, las únicas, las últimas que vamos a conocer de él; pero luego en 1960 ingresa a trabajar para la Boening Airplane Corporation en Seatle, Washington y al mismo tiempo Cork –el editor de Pynchon cuyo verdadero nombre era Corlies M. Smith-  compra uno de los primeros relatos del autor –Low lands- para la revista literaria New World Writing. Y aunque para la Boening las cosas se complicaron (negaron la existencia del escritor al no encontrar su nombre en los registros hasta que lo hallaron accidentalmente en el directorio interno de la corporación) Cork consiguió lo que quería: la publicación de V, en 1963 y de La Subasta del Lote 49, mientras Pynchon cursaba inglés y era alumno de Vladimir Nabokov, aunque en el autor de Lolita haya estado estudiando según su costumbre a los lepidópteros y creando problemas de ajedrez y diga y repita una y otra vez que no, que no lo recuerda[i].



Así Pynchon al igual que sus personajes construye su vida a partir de los eventos que quedaron al margen de la historia oficial, se pasea en los espacios interpersonales de los norteamericanos como nadie, entendiendo sus ansias de paranoia y convirtiendo todo en una entropía pop que descarga la furia de historias incontenibles, porque Thomas Pynchon no parece preguntarse (como lo hace Oeditpa Maas en La Subasta del Lote 49) si deberá o no proyectar un mundo, porque le es imposible, porque para Pynchon el mundo en un sistema imperfecto lleno de submundos que se comunican de a poco, como quien no quiere la cosa, construyendo en miles de páginas la idea de que la historia es en realidad una conspiración de las fuerzas conjuntas de la tecnología, las corporaciones, la muerte y el control –y entre medio nosotros-.

Cuenta Alida Becker –la asistente de Cork- que unos días después de que Thomas Pynchon hiciera la entrega de lo que más tarde sería El Arcoíris de la Gravedad, el autor llamó y pidió hablar con su editor y como no estaba terminó hablando con ella y le preguntó qué pensaba del libro; Alida se quedó en silencio un segundo escuchando la respiración del escritor del otro lado de la línea hasta que le dijo que lo estaba disfrutando pero que era un libro muy exigente, “es muy larga” señaló, a lo que Pynchon contestó “y la tipeé yo mismo, usted sabe”.

Ese es el mismo sentido del humor que aparece en sus libros, el mismo que le permitió hacer apariciones en Los Simpson[ii] prestando su voz para hacer de sí mismo simbolizado con una bolsa de papel madera en la cabeza y un signo de pregunta a la altura de la frente y convirtiéndose en la burla de su propia imagen de autor desconocido.

Existen, además –al igual que en sus ficciones- mitos, teorías especulativas,  y posibles conspiraciones alrededor del autor: se sospechó durante muchos años que fuera Salinger y cuentan que al enterarse de tal cosa Pynchon declaró “Nada mal. Sigan probando”; existió la idea de que era el Unabomber[iii] pero más tarde al caer preso el verdadero fue desechada; se dice que Kurt Cobain se inspiró en  una de las canciones de El Arco Iris de la Gravedad para escribir Smell Like Teen Spirit (la canción de El Arco Iris decía: “Ah, ellas sí lo molestan a él, esas mujeres libres en su adolescencia, sus espíritus son tan contagiosos, te lo voy a decir, es simplemente indignante. El espíritu es tan contagioso. Nadie sabe sus edades");  sí, es cierto que es fanático y que escribió un ensayo para el grupo Lotion –aparece en su disco Nobody’s cool- y que muchos grupos de rock lo han tomado como influencia. Pero sin lugar a dudas lo peor de todo es la sospecha de que Thomas Pynchon es el padrino de Miley Cirus, basada en que el padre de la cantante-que-no-puede-mantener-la-lengua-adentro-de-la-boca confesó repetidas veces ser fanático de las novelas del autor y se cree que intercambiaron cartas en muchas oportunidades y que Pynchon accedió a tal honor. Aj.



Y ahora, sí, debería terminar con esto porque se hizo infinitamente largo, porque es imposible reducir a Thomas Pynchon en un perfil, en un par de oraciones (es casi tan difícil como encontrar a un verdadero lector de Thomas Pynchon o una buena reseña), porque es hora de terminar con lo interminable. Pero –si leyeron todo esto no creo que se molesten- antes quiero rescatar una teoría que me parece la mejor de todas, una teoría que dice más o menos lo siguiente: Thomas Pynchon es difícil de encontrar no porque él se esconda y no quiera ser visto, si no porque Thomas Pynchon somos todos nosotros, tiene la cara de todos nosotros al mismo tiempo, es el espacio interpersonal del mundo entero y eso es lo que permite habitar sus obras con personajes que no entienden su lugar en el mundo, su misión, su lugar en una historia que ellos no van a escribir, que no están dispuestos a ser lo que otros quieren pero que al mismo tiempo no pueden escapar del destino, que no saben en realidad para quienes trabajan o quienes mueven los hilos invisibles del sistema. Si el mundo es un mecanismo cuyo jefe se encuentra sentado en algún lugar contando nuestras historias, haciéndonos vivirlas como podamos, jugando con nosotros como si fuésemos no más que inmundas marionetas, forzándonos a amar, a vivir y a morir, lo mejor es pensar que ese mundo es una novela, que ese lugar es Nueva York, y que el titiritero todo poderoso y desquiciado tiene un membrete con su nombre que a veces lee en voz alta y que dice -¿qué otro nombre si no?- Thomas Pynchon Ruggles Jr.

***nota escrita para Blisstopic***





[i]  A pesar del desconocimiento general por parte de casi toda la universidad, existen declaraciones sobre Pynchon en esa época que dicen que “era del tipo que puede sentarse a leer un libro de matemáticas sólo por diversión (la declaración parece no tener mucha imaginación ni sentido ya que leyendo sus novelas uno puede darse cuenta de eso solo); uno de esos que arrancan el día a la 1 pm sólo con espaguetis y una soda y pueden sentarse a leer y trabajar hasta la mañana siguiente”.

[ii] Apareció en los capítulos 1) 323, temporada 15, llamado en España “Diatriba de un ama de casa loca” en el cual Marge escribe una novela romántica protagonizada por ella misma, su familia, y Ned Flanders en el papel del seductor vecino del lado en contraposición de su desagradable esposo, novela que obtiene buenas críticas de Pynchon a quien se lo ve de espaldas a un cartel que dice “Thomas Pynchon House, come on” (Casa de Thomas Pynchon, pase) con un teléfono en la mano diciendo “Esta es su cita: a Thomas Pynchon le encantó este libro, casi tanto como le gustan las cámaras”; y 2) capítulo 337, temporada 16, conocido en España como “Todo vale en el horno y en la guerra” donde se lo ve a Pynchon comiendo una alita de pollo que preparó Marge.

[iii]  El Unabomber fue un filósofo y matemático estadounidense con cierta debilidad poco ciudadana de mandar cartas-bomba por correo, motivado por su análisis de las sociedad moderna, que debe su nombre al siempre ingenioso FBI (es la reducción de "University and Airline Bomber" -Terrorista de Universidades y Aerolíneas)-, en inglés Unabomb) pero quien resultó ser mucho menos Thomas Pynchon y mucho más Theodore John Kaczynski.