No es
difícil de imaginar.
Es el
año 1974 y estamos en la entrega de los National Book Awards en el Alice Tully
Hall (Lincoln Center, Nueva York) y todos esperamos que aparezca Thomas Ruggles
Pynchon Jr, porque sabemos que va a ganar gracias a El Arco Iris de la Gravedad
(publicada en Estados Unidos en 1973). Se rumorea que va a llegar en cualquier
momento, se dice que el hombre que menos ha aparecido en los medios y en los círculos
literarios (escritores-que-trabajan-de-escritores más de lo que escriben y más
de lo que leen y van a presentaciones de otros libros, aparecen en entrevistas
para la televisión, escriben largos ensayos sobre la cultura pop y contestan
desesperados ante el llamado de cualquiera) de los últimos años por fin va a
hacer su entrada triunfal y, ahí lo tienen: el ganador del National Book Award
1974 es (pausa dramática) ¡Thomas Pynchon!
En
realidad todo es una exageración. Se sabe de ante mano quienes van a ser los
ganadores y se anuncia que el premio también es para Isaac Bashevis Singer en
una extraña decisión de a)premiar a dos escritores y b) premiar a El Arco Iris
de la Gravedad del cual los señores Pulitzer habían dicho que era “ilegible,
sobreescrita y obscena” . Ahí está lo que nos trajo hasta acá, se acerca a
recibir el premio pero, ¿ese hombre desaliñado con un traje viejo y desgastado
y todo despeinado al borde ser un linyera es Thomas Pynchon? No, el hombre que
camina hacia uno de los premios más prestigiosos de la literatura es un
comediante conocido como El Profesor Irwin Corey.
_¿Quién
diablos escribió esto?_ dice Corey más o menos en la mitad de un discurso largo
y lisérgico_ Y el jurado ha decidido dividirlo entre dos escritores: “A Thomas
Pynchon por su Arco Irirs de la Gravedad”_ se burla_ Ahora, El Arco Iris de la
Gravedad es una muestra del genio de este hombre…él mismo me lo dijo… que
podía, en otras palabras, ser más específico, pero en lugar de aludir a lo
mundano él ha decidió que la brevedad es lo importante en nuestras existencias superficiales. Maldita sea.
_continua el profesor mientras un hombre desnudo atraviesa el escenario (todo
parte de la puesta en escena, “el público –según el columnista Jim Knipfel- ni
que decir, se quedó estupefacto todo el espectáculo”)_ Señoras y Señores.
Llegará un momento en que la religión sobrevivirá a su utilidad. Marx, Groucho
Marx, decía que la religión es el opio de los pueblos. Yo digo que cuando la
religión deje de ser útil, entonces el opio…será el opio…Ah, eso no es una mala idea_
Antes
y -con mucho más interés y voracidad- después de este particular evento, la
prensa especializada ha tratado de responder durante años una misma y única
pregunta: ¿Quién demonios es Thomas Pynchon? (del original Who the hell is he?,
Sunday Times, Sudáfrica, 7 de Junio de 1998)
Sabemos
lo básico: que nació en Long Island, Nueva York, el 8 de Mayo de 1937, que fue
a la Oyster Bay High School y fue nombrado estudiante del año y que sale en una
foto del anuario (cara –de-nerd-analicemos-la-posibilidad-de-que-sea-realmente-feo)
cuyo epígrafe dice: “Amante de las pizzas; detesta los hipócritas; su posesión
más preciada es una máquina de escribir; quiere ser físico; orgulloso miembro
del Club de Matemáticas y del Círculo Español. Característica definitoria: su
inmenso vocabulario”. Y es ahí cuando se vuelve poco más que un fantasma.
Ingresa
en la Universidad de Cornwell con una beca para ser físico pero termina
abandonando para unirse a la Marina de los Estados Unidos de Norteamérica en
plena crisis de Suez y ahora, otra vez, de esa época también quedan fotos, las
únicas, las últimas que vamos a conocer de él; pero luego en 1960 ingresa a
trabajar para la Boening Airplane Corporation en Seatle, Washington y al mismo
tiempo Cork –el editor de Pynchon cuyo verdadero nombre era Corlies M. Smith- compra uno de los primeros relatos del autor –Low
lands- para la revista literaria New World Writing. Y aunque para la Boening
las cosas se complicaron (negaron la existencia del escritor al no encontrar su
nombre en los registros hasta que lo hallaron accidentalmente en el directorio
interno de la corporación) Cork consiguió lo que quería: la publicación de V,
en 1963 y de La Subasta del Lote 49, mientras Pynchon cursaba inglés y era
alumno de Vladimir Nabokov, aunque en el autor de Lolita haya estado estudiando
según su costumbre a los lepidópteros y creando problemas de ajedrez y diga y
repita una y otra vez que no, que no lo recuerda[i].
Así
Pynchon al igual que sus personajes construye su vida a partir de los eventos
que quedaron al margen de la historia oficial, se pasea en los espacios
interpersonales de los norteamericanos como nadie, entendiendo sus ansias de
paranoia y convirtiendo todo en una entropía pop que descarga la furia de
historias incontenibles, porque Thomas Pynchon no parece preguntarse (como lo
hace Oeditpa Maas en La Subasta del Lote 49) si deberá o no proyectar un mundo,
porque le es imposible, porque para Pynchon el mundo en un sistema imperfecto
lleno de submundos que se comunican de a poco, como quien no quiere la cosa,
construyendo en miles de páginas la idea de que la historia es en realidad una
conspiración de las fuerzas conjuntas de la tecnología, las corporaciones, la
muerte y el control –y entre medio nosotros-.
Cuenta
Alida Becker –la asistente de Cork- que unos días después de que Thomas Pynchon
hiciera la entrega de lo que más tarde sería El Arcoíris de la Gravedad, el
autor llamó y pidió hablar con su editor y como no estaba terminó hablando con
ella y le preguntó qué pensaba del libro; Alida se quedó en silencio un segundo
escuchando la respiración del escritor del otro lado de la línea hasta que le
dijo que lo estaba disfrutando pero que era un libro muy exigente, “es muy
larga” señaló, a lo que Pynchon contestó “y la tipeé yo mismo, usted sabe”.
Ese es
el mismo sentido del humor que aparece en sus libros, el mismo que le permitió
hacer apariciones en Los Simpson[ii]
prestando su voz para hacer de sí mismo simbolizado con una bolsa de papel
madera en la cabeza y un signo de pregunta a la altura de la frente y
convirtiéndose en la burla de su propia imagen de autor desconocido.
Existen,
además –al igual que en sus ficciones- mitos, teorías especulativas, y posibles conspiraciones alrededor del
autor: se sospechó durante muchos años que fuera Salinger y cuentan que al
enterarse de tal cosa Pynchon declaró “Nada mal. Sigan probando”; existió la
idea de que era el Unabomber[iii]
pero más tarde al caer preso el verdadero fue desechada; se dice que Kurt
Cobain se inspiró en una de las
canciones de El Arco Iris de la Gravedad para escribir Smell Like Teen Spirit
(la canción de El Arco Iris decía: “Ah, ellas sí lo molestan a él, esas mujeres
libres en su adolescencia, sus espíritus son tan contagiosos, te lo voy a
decir, es simplemente indignante. El espíritu es tan contagioso. Nadie sabe sus
edades"); sí, es cierto que es fanático
y que escribió un ensayo para el grupo Lotion –aparece en su disco Nobody’s
cool- y que muchos grupos de rock lo han tomado como influencia. Pero sin lugar
a dudas lo peor de todo es la sospecha de que Thomas Pynchon es el padrino de
Miley Cirus, basada en que el padre de la cantante-que-no-puede-mantener-la-lengua-adentro-de-la-boca
confesó repetidas veces ser fanático de las novelas del autor y se cree que
intercambiaron cartas en muchas oportunidades y que Pynchon accedió a tal
honor. Aj.
Y
ahora, sí, debería terminar con esto porque se hizo infinitamente largo, porque
es imposible reducir a Thomas Pynchon en un perfil, en un par de oraciones (es
casi tan difícil como encontrar a un verdadero lector de Thomas Pynchon o una
buena reseña), porque es hora de terminar con lo interminable. Pero –si leyeron
todo esto no creo que se molesten- antes quiero rescatar una teoría que me
parece la mejor de todas, una teoría que dice más o menos lo siguiente: Thomas
Pynchon es difícil de encontrar no porque él se esconda y no quiera ser visto,
si no porque Thomas Pynchon somos todos nosotros, tiene la cara de todos
nosotros al mismo tiempo, es el espacio interpersonal del mundo entero y eso es
lo que permite habitar sus obras con personajes que no entienden su lugar en el
mundo, su misión, su lugar en una historia que ellos no van a escribir, que no
están dispuestos a ser lo que otros quieren pero que al mismo tiempo no pueden
escapar del destino, que no saben en realidad para quienes trabajan o quienes
mueven los hilos invisibles del sistema. Si el mundo es un mecanismo cuyo jefe
se encuentra sentado en algún lugar contando nuestras historias, haciéndonos
vivirlas como podamos, jugando con nosotros como si fuésemos no más que
inmundas marionetas, forzándonos a amar, a vivir y a morir, lo mejor es pensar que
ese mundo es una novela, que ese lugar es Nueva York, y que el titiritero todo
poderoso y desquiciado tiene un membrete con su nombre que a veces lee en voz
alta y que dice -¿qué otro nombre si no?- Thomas Pynchon Ruggles Jr.
[i] A pesar del desconocimiento general por parte
de casi toda la universidad, existen declaraciones sobre Pynchon en esa época
que dicen que
“era del tipo que puede sentarse a leer un libro de matemáticas
sólo por diversión (la declaración parece no tener mucha imaginación ni sentido
ya que leyendo sus novelas uno puede darse cuenta de eso solo);
uno de esos que
arrancan el día a la 1 pm sólo con espaguetis y una soda y pueden sentarse a
leer y trabajar hasta la mañana siguiente”.
[ii]
Apareció en los capítulos 1) 323, temporada 15, llamado en España “Diatriba de
un ama de casa loca” en el cual Marge escribe una novela romántica
protagonizada por ella misma, su familia, y Ned Flanders en el papel del
seductor vecino del lado en contraposición de su desagradable esposo, novela
que obtiene buenas críticas de Pynchon a quien se lo ve de espaldas a un cartel
que dice “Thomas Pynchon House, come on” (Casa de Thomas Pynchon, pase) con un
teléfono en la mano diciendo
“Esta es su cita: a Thomas Pynchon le encantó este
libro, casi tanto como le gustan las cámaras”; y 2) capítulo 337, temporada 16,
conocido en España como “Todo vale en el horno y en la guerra” donde se lo ve a
Pynchon comiendo una alita de pollo que preparó Marge.
[iii] El Unabomber fue un filósofo y matemático
estadounidense con cierta debilidad poco ciudadana de mandar cartas-bomba por
correo, motivado por su análisis de las sociedad moderna, que debe su nombre al
siempre ingenioso FBI (es la reducción de "
University and
Airline
Bomber"
-Terrorista de Universidades y Aerolíneas)-, en inglés Unabomb) pero quien
resultó ser mucho menos Thomas Pynchon y mucho más Theodore John Kaczynski.